En este tiempo presente,aquel que nos antecede y también en el que procederá, dos personas que supieron dar todo (o casi) de si por aquello tan indefinido y complejo que es el amor, están en espacios diferentes. Lugares diferentes, quizás sintiendo lo mismo, quizás, no sintiendo nada o sintiéndolo todo. Pero ya nada de eso vale, cuando al menos una de esas partes decide renunciar a eso. De repente, la rutina deja de ser rutina para ser la novedad. Y la novedad es que uno se inventa cuestiones y razones para no pensar en aquello que una vez tanto lo enloqueció y que ahora te enloquece pero de una manera distinta y menos agradable.
Sin embargo, uno vuelve a ese lugar al menos una vez al día, o quizás mas de una y allí, ese lugar es un sitio que supe habitar, pero del que también quiero salir. Y el tiempo vuelve a ser un factor fundamental en ese proceso: necesito fervientemente de él para poder seguir y caminar. Para volver a mi centro, para volver a mi, porque si, porque estuve mucho tiempo lejos, de viaje. Y hoy toca regresar a mi, a mi casa. Y re ordenar, y acomodar y cuidar. Porque te diste cuenta de que ya nadie va a estar ahí para cuidarte mas que vos misma, mas que tu amor propio, ese amor que se convirtió en tu alimento y tu motor.
Y esa otra persona sigue allá, en la distancia, haciendo no sé que. Solo sabes que un día su amor se volvió en la mentira mas cruel, en un lugar inhóspito donde te diste cuenta también que eran esos ojos que te miran pero ya no te ven, y que deciden ver otros paisajes que ya no te incluyen. Y eso dolió, porque si alguna vez experimentaron el amor, das todo lo que tenes para ofrecer y también lo que no tenes y jamas nadie puede decirte cuanto es suficiente. Para mi nada era suficiente, yo hubiese hecho lo imposible para que te quedaras. Pero un día, sin que yo lo sospeche, te fuiste y no quisiste regresar.Y ahora no podes regresar, te prohíbo regresar. Y ahora soy yo la que se va pero a ningún lado o quizás si, a todos los lados que ya no te conciernen.